Con la denominación “SÓCRATES” la División de Investigación y Estudios del Grupo ALBOR-COHS, se complace en ofrecer a cuantos profesionales trabajan en el campo de las Dificultades de Aprendizaje o los Problemas de Rendimiento Escolar, de Niños, Adolescentes y Jóvenes universitarios, un conjunto de instrumentos de evaluación cognitivo-conductual que constituyen el material de aplicación de un Protocolo de Evaluación de Variables Moduladoras del Éxito Escolar.
Este Protocolo es un Método Sistematizado que facilitará a los profesionales del Asesoramiento yla Orientación Psico-Educativa la tarea de analizar los diversos factores que intervienen en el complejo proceso de estudio, cuyo resultado es el rendimiento en forma de éxito o fracaso escolar. Los diversos instrumentos que lo integran han sido dotados de la máxima validez de contenido/constructo y su utilidad ha sido constatada tanto por vía empírica mediante la experiencia de varios años enla Consultoríadel GAC como mediante la investigación aplicada por diversos profesionales (García Pérez y otros, 1993)
Sorprenderá sin lugar a dudas que, a diferencia de cuantos instrumentos similares a éste hay en el mercado profesional español, los cuestionarios que se presentan carecen de valor psicométrico; esto es, no se ofrecen baremos ni puntuaciones tipificadas de los resultados obtenidos por cada sujeto en evaluación. La razón de esto es que las variables a “medir” no son aptitudes, capacidades básicas o incluso habilidades, que se adquieren de manera natural, de acuerdo al ritmo de desarrollo de los escolares. Si así fuese tendría pleno sentido establecer unas medidas de medias, modas o medianas estadísticas y desviaciones típicas, de modo que el evaluador pudiera situar a cada sujeto en evaluación en un punto concreto de las diversas curvas de desarrollo, estableciendo su relación con la media del grupo de referencia. Así se hace habitualmente con variables tales como la inteligencia lógica (o capacidad de razonamiento), la atención sostenida, la eficacia atencional y otras que dependen del ritmo de desarrollo.
En el caso de las variables que este Protocolo evalúa, se trata de comportamientos –cognitivos o instrumentales- que no dependen del ritmo de desarrollo, sino de la posibilidad de haberlos adquirido y consolidado como hábitos. Por ello, carece de sentido práctico dar a los resultados de la evaluación una interpretación intragrupo, mediante los cuales asignaríamos a un sujeto una puntuación típica para compararlo con la media de un grupo de referencia, sino que lo eficaz y útil es darles una interpretación intrasujeto. Dado que cada cuestionario proporciona un continuo de puntuaciones para la variable en estudio, desde cero hasta el valor máximo, los resultados son cuantitativos (cuántos de los elementos del cuestionario han tenido resultado positivo) pero su interpretación es cualitativa; esto es, el evaluador pondrá en relación los resultados cuantitativos con otras variables del sujeto, de modo que, en función de la edad, el nivel académico, su cociente intelectual y otras posibles variables relevantes, decidirá si un porcentaje del 40%, 50%, o 60% de respuestas positivas en un cuestionario, es adecuado o insuficiente. No obstante, debe tenerse en cuenta que en todos los instrumentos cuantitativos del Protocolo, el valor deseable es la puntuación máxima, por lo que, cuanto más alejada sea la puntuación obtenida de la máxima, mayor será el déficit que manifiesta el sujeto en evaluación.
Por otra parte, no debe olvidarse que la evaluación, sea psicométrica o conductual, nunca es un fin en sí misma: no se evalúa para conocer los resultados en diversas pruebas, sino como un medio para establecer un Plan de Intervención Psico-Educativa que resuelva, corrija o prevenga una situación de bajo rendimiento o fracaso escolar. Por ello, la gran ventaja del empleo de estos cuestionarios es que ofrecen al evaluador una información concreta y específica de los comportamientos adecuados, que se encuentran presentes como hábitos, y además, los comportamientos ausentes o inadecuados, lo cual, puesto en relación con otros factores: aptitudes, niveles curriculares, previos, estados emocionales, etc., facilitará la tarea de establecer una Hipótesis Explicativa de la situación de cada escolar y de diseñar un Plan de Intervención para resolverla.
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